Ingeniería epistémica para neuralterapeutas
Algunos temas ineludibles en la formación
continuada en Terapia Neural.
Dr. Jorge Kaczewer
Gestada en la formidable experimentación de la escuela neurofisiológica rusa del
“nervismo” durante el siglo XIX, y nacida a comienzos del XX con la
sistematización rigurosa de técnicas de abordaje diagnóstico y terapéutico de la
escuela alemana de los hermanos Huneke, la Terapia Neural vivió una infancia
signada por la violencia con que la ortodoxia científica biológico-médica difamó y
excluyó del entorno académico a toda investigación relacionada con la autoorganización,
la auto-regeneración y el holismo. Y fue adolescente al promediar el
siglo, apenas el monopolio del enfoque reduccionista de los fenómenos de la vida
adquiría máxima solidez gracias a que los genetistas dilucidaron la estructura física
del ADN y mapearon el código genético. Con semejante éxito de la biología
molecular fue lógico que se terminara recurriendo para todo a la
“molecularización” de lo viviente.
El mismo enfoque mecanicista basado en el conocimiento altamente analítico del
cuerpo y de los procesos de la enfermedad transformó la biomedicina, desplazando
en gran medida el foco de atención hacia los órganos y sistemas del cuerpo y
relegando las influencias económicas y ambientales sobre el bienestar humano al
dominio de los científicos sociales y un pequeño grupo de epidemiólogos. El papel
de la mente y el espíritu en la creación de la salud y la enfermedad fue excluido de
la agenda y el rostro humano del médico tapado por una máscara de conocimiento
científico, dominio técnico y gestión de la enfermedad.
En este panorama ingresa a su adultez la Terapia Neural: la medicina occidental
convencional, considerada hoy como la única validada por la visión “científica” de
la realidad sigue usando como fundamento de su accionar al paradigma cartesiano
mecanicista pese a que la física moderna ya abandonó por completo esta noción de
causalidad tipo bolas de billar en favor de una visión de procesos cuánticos.
Todavía insiste en definir la vida en términos de interacciones químicas y físicas
entre moléculas. Las enfermedades son “defectos” en mecanismos moleculares
específicos. Y con la promesa de que su investigación clarificará los cambios
sufridos por las moléculas dentro de las células durante los procesos que causan
enfermedad, justifica toda inversión económica en la búsqueda de nuevas drogas
para contrarrestarlos.
Como sistema médico complejo, la TN constituye una verdadera “anomalía”: es
“ortodoxa” en su praxis, pero holística, alternativa, ecológica y sistémica en su
pensamiento. Esto es simultáneamente una ventaja y un compromiso. La TN
asume el reto de promover propuestas filosóficas y enfoques alternativos
usualmente rechazados o ignorados debido a la natural resistencia a un cambio
fundamental entre los investigadores con larga trayectoria en sus respectivos
campos. Sabiendo que entre los más apegados a la verdad “aceptada” hay más
temor a ideas innovadoras cuanto más seriamente éstas desafían sus verdades
percibidas y posturas personales asociadas, una TN que se precie de ser debe
promover y ejercer un diálogo respetuoso con la ortodoxia, sobre todo respecto de
un abordaje terapéutico pluralista y su propia integración dentro del sistema
sanitario.
Un grupo de neuralterapeutas suizos, incluyendo a Lorenz Fischer, reflexiona sobre
el tema en un paper publicado en la revista Explore en 2011 (Complementary
Therapy Systems and Their Integrative Evaluation): “El pluralismo y el diálogo
son principios fundamentales para sociedades abiertas y tolerantes, y para la
necesidad de la individuación moderna. Un discurso pluralista crítico y
constructivo es la mejor protección contra el estancamiento, la falacia y el
totalitarismo. Una perspectiva clave en la teoría de la ciencia del siglo XX fue
reconocer la estructura pluralista de la ciencia con sus sistemas paralelos en
disciplinas tanto matemáticas como empíricas; con sus conceptos pluralistas de
explicación, sus modelos complementarios y competentes, sus múltiples niveles de
entendimiento y su pluralidad de estilos de pensamiento y de colectivos de
pensamiento.
En consecuencia, un sistema sanitario apoyado por un discurso crítico y una
investigación científica continuos, es la respuesta apropiada para las estructuras
pluralistas de la sociedad y la ciencia, y la réplica adecuada frente a las múltiples
diversidades y complejidades de la enfermedad”.
TN, Salud Pública, Neoliberalización de la Vida y Biopolítica
El primero en recurrir a la analogía entre organismo natural y organismo político
para describir al organismo viviente, en usar expresiones de ascendencia política y
en representar los núcleos elementales de los cuerpos animales y vegetales en
términos de conjuntos políticos, fue Rudolf Ludwig Karl Virchow.
En alusión a la franca postura opositora de Virchow respecto de las políticas
incipientemente nazis de Bismarck, en su libro de 1971, El Conocimiento de la
Vida, Georges Canguilhem, el filósofo francés que fuera maestro de Michel
Foucault, afirmó que “una teoría biológica es dominada por una filosofía política.
¿Quién puede decir si uno es republicano por el hecho de ser partidario de la teoría
celular o, en cambio, si uno es partidario de la teoría celular por el hecho de ser
republicano?”.
Desde la década de 1970 ha habido una reconfiguración general del territorio de los
gobiernos. El modelo de Estado del bienestar que dominó la escena durante gran
parte del siglo XX ha cedido su lugar a aquel del Estado neoliberal. Bajo este nuevo
modelo, el gobierno político generalmente deja de actuar en la salvaguardia de la
vida y el bienestar de la población y ya no mantiene un ámbito de seguridad
colectiva.
Los programas de seguro social, definidos como aquellos mecanismos públicos a
través de los cuales el Estado buscaba proteger a los individuos contra las
inseguridades, se han así desvanecido mayormente y fueron reemplazados por un
sistema de manejo de riesgo individualizado y basado en el marketing. En realidad,
por medio del mercado ahora se espera que los individuos asuman ellos mismos la
principal responsabilidad en manejar su propia seguridad y la de sus seres amados.
Se cuenta con que ellos asuman una perspectiva empresarial hacia la vida y que
enfrenten independientemente por sí mismos los problemas de una salud
deteriorada, la pérdida accidental, el desempleo y cualquier otra cosa que
potencialmente pudiese amenazar su bienestar.
En un contexto neoliberal, la promoción de la vida toma lugar no a través de un
Estado benevolente sino mediante la iniciativa individual. En realidad, el Estado
Neoliberal, cuando se trata de la protección social de la población, sólo ejerce
poderes propios limitados. Una importante consecuencia de la neo liberalización de
la vida –la de desplazar la responsabilidad de alimentar el bienestar de la población
desde el Estado hacia los individuos- ha sido tornar precaria la vida, ya que se deja
que la gente se las arregle por sí misma contra las inseguridades del vivir.
El sujeto político bajo el neoliberalismo no es un ciudadano social cuya seguridad
es garantizada a través de los lazos de la solidaridad colectiva y la recepción de la
generosidad pública, sino más bien un individuo autónomo cuya ciudadanía es
derivada a partir de la autopromoción y la auto realización. En verdad, se espera
que el ciudadano neoliberal sea un empresario de sí mismo/a: cada individuo
deberá maximizar la calidad de su propia vida y darle significado y valor a través de
actos de elección responsable. Se le exige que adopte una disposición calculadora y
prudente hacia el riesgo y no confiar en seguridades socializadas.
La TN y la Neurociencia
En la neurociencia del siglo XXI, la tendencia sigue siendo considerar que la mente
humana depende de las funciones de las neuronas y que, debido a que nuestros
cerebros siguen las leyes del mundo físico, todos nosotros, en esencia, somos
zombis sin ninguna volición. Para la mayoría de científicos, sabemos quiénes y qué
somos sólo tras el hecho de la acción del sistema nervioso. La idea dominante en
neurociencia moderna es que una completa comprensión del cerebro revelará todo
lo que uno precisa saber sobre cómo el cerebro habilita a la mente, que se
comprobará que ésta es habilitada de un modo causal ascendente, y que todo se
halla determinado.
Ciertamente nuestros cerebros son un sistema vastamente paralelo y distribuido,
cada uno con quintillones de puntos de toma de decisiones y centros de
integración. El cerebro de 24 horas siete días a la semana nunca para de manejar
nuestros pensamientos, deseos y cuerpos. Los millones de redes son un océano de
fuerzas, no soldados individuales esperando a que el comandante hable. El cerebro
es también un sistema determinado y no un gaucho vareando a galope tendido por
fuera del territorio de las fuerzas físicas y químicas que llenan nuestro universo.
Pero también sucede que nos acostumbramos a la idea de que cuando un sistema
parece exhibir una función y un comportamiento coherentes, integrados, debe
existir algún elemento controlador “esencial” y central o centralizado que está a
cargo. El cerebro fisicoquímico en efecto habilita a la mente de alguna manera que
no comprendemos, y al hacerlo, cumple con las leyes físicas del universo
simplemente como otro tipo de materia. Realmente no querríamos que fuese de
cualquier otro modo.
Y por supuesto que somos mucho más complejos que una abeja. Aunque ambos
tenemos respuestas automáticas, nosotros los humanos tenemos cognición y
creencias de todo tipo. Y la posesión de una creencia puede poner en jaque todo el
proceso automático y el hardware biológicos pulidos por la evolución que nos trajo
hasta aquí.
La neurociencia está frustrada porque no puede meter la mente en la corteza
cerebral o derivarla de circuitos neurales -como si el objetivo principal de la ciencia
fuera demostrar que no existimos y el universo en sí mismo es un gran accidente en
la oscuridad. Tal es el resultado del Reality Show «La Ciencia contra sí misma”. Y
parece que va perdiendo. La deconstrucción material de la conciencia no puede
ratificar su propia propuesta. La Ciencia tiene un único agujero en su contextura, y
el agujero somos nosotros mismos.
Si bien la TN se enriquece con los hallazgos de la neurobiología actual, también
observa que su emergencia está conduciendo a una especie de reduccionismo en el
cual los estados mentales son reducidos a estados cerebrales. Las acciones
humanas son generadas por cerebros más que por individuos conscientes y las
dimensiones clave de nuestra humanidad –lenguaje, cultura, historia, sociedadson
ignoradas. Es la apoteosis del individualismo contemporáneo.
Terapia Neural y Biología
Invisibilizada detrás del mentado enfrentamiento entre “mercados médicos” hay
otra “guerra” en curso. Es la pugna librada en el medioambiente de la mente
humana mientras una legión de profesionales de la salud continúa atrapada en el
próspero “oasis” de la medicina alternativa. Mucho de lo que hoy en día se
considera como medicina complementaria, natural, holística, biológica, integrativa,
cayó en la trampa mecanicista de la molecularización.
Entonces para entender la resiliencia del mecanicismo biológico es crucial
promover la reapertura en la biología moderna del capítulo cerrado de la teoría de
la célula. Las células son no sólo aquello que vemos en un espécimen biológico a
través de los lentes de un microscopio, sino también lo que vemos a través de los
lentes de una teoría. La célula, después de todo, es un sistema, y comprender la
lógica de un sistema requiere alguna teorización respecto de éste.
En el libro Introduction to Biosemiotics – The New Biological Synthesis, una
compilación de Marcello Barbieri publicada en 2008 por Springer Holanda, este
embriólogo italiano cita a Claus Emmeche, biólogo teórico y filósofo danés al
discernir en la dualidad aparente de las visiones científicas sobre la vida que
sustentan nuestras medicinas:
Claus Emmeche logró derrumbar uno de los clichés más comunes de nuestros
tiempos: la idea de “la biología del siglo XX como una lucha entre vitalismo y
mecanicismo que finalmente fue ganada por los mecanicistas”. Según Emmeche,
“la resolución del debate no fue una instancia mecanicista sino una especie de
compromiso histórico” que fue denominado organicismo. En realidad, la pelea fue
entre tres ideologías, y el ganador, hoy, no es el mecanicismo sino el “tercer
camino” que fue incorrectamente denominado “organicismo”. Y dice
“incorrectamente” porque el debate fue en realidad entre tres instancias teoréticas
que de acuerdo con la lógica corresponden a mecanicismo, antimecanicismo y nomecanicismo.
El antimecanicismo es virtualmente sinónimo de vitalismo, y en este caso, los dos
nombres son intercambiables (el antimecanicismo es sólo levemente más general).
Organicismo y no-mecanicismo, contrariamente, no son equivalentes en absoluto.
Una de las expresiones que mejor captan el espíritu del mecanicismo es la
declaración de John Maynard Smith: “sólo podemos comprender los fenómenos
biológicos cuando hemos inventado máquinas con propiedades similares”. En
resumen, el mecanicismo es la visión de que el conocimiento científico es obtenido
mediante la construcción de modelos similares a una máquina sobre aquello que
observamos en la naturaleza.
El organicismo, paradigma dominante de la biología moderna, es calificado como
“no-vitalista, no-reduccionista y emergentista”. No hace falta decir que el
mecanicismo también es no-vitalista. Pero una máquina es una máquina no cuando
es reducida a piezas, sino precisamente cuando éstas son ensambladas como
conjunto en funcionamiento. O sea que el mecanicismo es esencialmente un
enfoque no-reduccionista. Y respecto de la emergencia, en el mecanicismo no existe
absolutamente nada que la evite. Entonces, afirmar que la combinación de “novitalismo
+ no-reduccionismo + emergencia” equivale a algo distinto al
mecanicismo no sólo es engañoso sino francamente equivocado, porque esas tres
propiedades en realidad pertenecen al mecanicismo.
¿Por qué tantos biólogos creen en una conclusión tan confusa? Es en este punto
donde la diferencia entre organicismo y no-mecanicismo se convierte en una
cuestión de fondo. Lo que la mayoría de biólogos contemporáneos comparte es en
realidad el no-mecanicismo, es decir, la sensación de que el mecanicismo no es
suficiente, y que debe haber algo más en la vida. Pero sucede que uno no puede
hacer una ciencia a partir de dudas, por lo que algunas personas (Ernst Mayr
primero en la fila) tuvieron esta magnífica idea de tomar tres propiedades
sobresalientes del mecanicismo y decir que juntas forman al «organicismo», la
nueva filosofía de la vida que libera del mecanicismo a la biología.